Adiós 2024

La reflexión obligatoria

Oscar M. Seoane

12/31/20242 min read

Un año más, recorrido de forma imperativa por el camino que conduce al ocaso. 365 días artificiales, como todos. Por lo tanto, no hay nada que celebrar ni nada que desear bajo esta perspectiva. El devenir no entiende de fechas; simplemente transcurre. No obstante, bajo el manto de lo artificial, de lo inventado por el hombre, uno siempre puede hacer balance, aunque el análisis de las cosas buenas y malas, no tiene mucho sentido. Se trata de eventos y circunstancias que ya pasaron y que no tienen vuelta atrás. Tampoco hay que esperarse al último día del año para analizar los acontecimientos. Supongo que cuando algo está bien o está mal, nos damos cuenta relativamente rápido, sin que tengamos que esperar a que nos llegue la inspiración el 31 de diciembre. En cualquier caso, a cada uno nos corresponderá meditar sobre lo que nos concierne y/o nos toca. Mientras tanto, nada va a cambiar: Ahí seguirán los terraplanistas, tratando de divisar las pirámides de Egipto desde las selvas colombianas. Seguirán apareciendo los videos de OVNIS, igual de difusos que siempre, las interminables discusiones políticas, la guerra de Ucrania, la desinformación generalizada, las manipulaciones, los traders "millonarios", que necesitan escribir libros sobre cómo invertir bien, porque con sus operaciones no la arman a fin de mes, las recetas mágicas para ganar dinero sin trabajar, los falsos deseos hacia el prójimo, para que este 2025 todo les salga como ellos quieren. Tampoco faltará el fulano que diga que estos son “tiempos de perdón”, como si perdonar o perdonarse en marzo, no estuviese bien. Un rosario a tiempo, supongo que todo lo encamina hacia lo correcto, excepto que ya sabemos que Jesús no nació en Diciembre. Y así podríamos seguir en una retahíla interminable de estupidez e ideales que no benefician a nadie. Así somos todos, en mayor o menor medida. Así es la condición del hombre moderno, o postmoderno, o como diablos lo queramos etiquetar pues, al fin y al cabo, para eso están las etiquetas, las cuales nos sirven más para diferenciar y acusar, que para ordenar.

Querido lector de este post: no te voy a desear nada para el 2025. Entre otras cosas, porque me importa un carajo si te va bien o mal. No dependerá de mí este hecho y mis deseos no te van a conducir a ninguna parte. Así que, ponte las pilas y traza tu camino como te dejen hacerlo. No te olvides que la libertad es aquello que los demás te dejan hacer, te guste o no. Son los tiempos en los que te ha tocado vivir. Toma conciencia de lo que eres, hacia dónde vas y cómo vas. No puedes escapar de este sistema, así que, reserva tus fuerzas para otra cosa. Vive lo mejor que puedas y no te arrepientas, pues las cosas suceden y, una vez que pasan, no hay retorno. La vida es un aprendizaje, aunque nadie sabe su finalidad. Hay cosas buenas y malas en este deambular por la incertidumbre; así es esto. Lo que sí haré, ya para despedirme, es soltarte la frase que siempre se dice en el último día del calendario, quizá para no verme tan despectivo conmigo mismo ni contigo. Tómala como un cliché: ¡Feliz año nuevo!