Cuando la política aburre, pero llevar un templario en el chaleco requiere explicaciones

Mi chaleco, los templarios y el "Hijo de Dios

Oscar M. Seoane

7/3/20253 min read

En este nefasto mundo digitalizado, opinólogos, periodistas y demás personal, están con el colmillo goteando agua de limón, a la expectativa de lo que acontezca en España y en México en el futuro próximo. En la Madre Patria, debido al desmadre que se ha organizado tras la entrada en prisión del número dos de Pedrito Sánchez, un señor apellidado Santos Cerdán. Los ojos miran a los acontecimientos que se pueden derivar de este hecho ya que, con seguridad, va a salpicar mierda para todos los lados a lo largo y ancho del país ibérico. En el caso de México, más de lo mismo. Ahora que la fiscalía gringa ha retirado los cargos por narcotráfico al hijo del Chapo, todas las miradas, palomitas incluidas, apuntan a ver qué dice el susodicho, con respecto a políticos y altos jerifaltes del entorno mexicano, en relación con el narcotráfico y otras actividades ilegales derivadas de lo anterior. Es casi como estar en el cine viendo una emocionante película de suspenso.

Desafortunadamente, o quizá lo contrario, la política no es un tema que me interese demasiado. Me refiero al sentido filosófico de la misma, aunque también al ámbito puramente social, de una forma más o menos generalizada. Si bien hay cuestiones puntuales que no pueden ser descartadas por el individuo, en mi caso no suelo profundizar demasiado en estos aspectos.

Para mí, la política, la economía y el periodismo, van de la mano. Se trata de tres mecanismos humanos que se necesitan mutuamente para subsistir. Para quién no lo entienda, quizá en breve publique un post explicándolo. No obstante, a nivel económico, como ciencia social, necesito considerar aspectos relacionados, por imperativo de la cuestión académica que, a estas alturas, todos ustedes, queridos lectores, ya conocen. Así de simple. En cualquier caso, como dije, no me clavo mucho en el tema específico. Los que me conocen, saben que, a estas alturas, me importa poco si el mundo explota mañana.

Cambiando de tercio, con la venia del lenguaje taurino, quiero comentar y aclarar una cuestión que, aunque innecesaria, me sirve, por lo menos, para completar el artículo de hoy: Rusia condena al “Jesucristo” de Siberia a 12 años de cárcel. Para quien no lo sepa, se trata de un fulano que se autodenominaba “Hijo de Dios” y fue el creador de una secta con más de cinco mil adeptos. Al parecer, dicha secta se apoderaba de los recursos de sus afiliados. Bueno, mi comentario/aclaración va porque en mi chaleco de motociclista, está impresa la frase de “Hijo de Dios” junto a la imagen de un templario, aunque el que suscribe, ni se cree Jesucristo, ni hace milagros, ni nada de nada, como bien se podrá deducir. Mi temática va por la adopción de los emblemas templarios en lugar de las calaveras que se usan en el sector. Al no pertenecer a ningún club de motos, voy de itinerante por la vida, lo que no me exime (porque no quiero) de dejar a un lado la vestimenta motera. Adopté la frase de “Hijo de Dios” desde la perspectiva de que todos los seres humanos lo somos, así como los emblemas templarios, debido al misticismo y al componente histórico que la orden de estos monjes suscita en mi persona. Los curas guerreros europeos que combatieron en Tierra Santa tienen algo en su devenir, que me atrae, como a muchas personas. Aunque todo esto, en realidad, no era necesario explicarlo, siempre hay algún ceporro por ahí suelto que critica todo lo que ve y supone como certeza, aquello que no lo es. Así que, va por adelantada la explicación, por si un día, se topan conmigo en la carretera.