Despegando, que es gerundio

El mundo sigue igual en estos primeros días del año, que lo estaba a finales del pasado. Obviedad. Si alguien pensaba que por cambiar de año, iba a cambiar el mundo, está apañado. La guerra de Ucrania continúa, Trump se perfila para la toma de posesión del cargo, a Maduro lo acojonan algunos militares en el exilio, España sigue siendo un bodrio de país en el que no renuncia ningún político y en México, la inercia heredada del peje, sigue su propio camino, cual piedra lanzada a la cabeza de alguien, en espera de atinarle. En Canadá Trudeau dimite, el Bitcoin roza los cien mil, muchas personas siguen de vacaciones navideñas y, en Nuevo León, amenaza la entrada de un frente frío que nos va a congelar los tanates a todos, si no nos abrigamos bien. Yo, por mi parte, cumpliré años en unos días y, posiblemente, estaré estrenando nuevas arrugas en el rostro y alguna cana nueva en el cabello. Nada nuevo, dicho sea de paso. Los reyes magos por aquí ni se acercan. Es posible que, de hacerlo, serían ideales candidatos para ofrecer disculpas por contaminar el país con sus camellos y sus regalos, cuando lo verdaderamente tradicional e importante para garantizar el buen gobierno, sería un buen sacrificio. Mientras tanto, seguimos rodeados de mierda y de mierdas por todos lados, influencers babosos opinando a diestra y siniestra, políticos jodiendo a los ciudadanos que les den de comer, ayuntamientos recaudando el predial, Estados recaudando refrendos y oportunistas revendiendo las roscas de Costco, noticia que, por cierto, ha salido en todos los medios tradicionales y redes sociales, lo que confirma que el periodismo serio, ha muerto hace tiempo. Esto es lo que hay, amén de previsiones catastróficas sobre la economía que viene: recesiones, crecimiento nulo, despidos masivos, etc. Como dice la canción: 2025, por el culo te la hinco.