El desafío de la protección frente a una recesión inminente

Malas noticias de cara al futuro

Oscar M. Seoane

1/13/20255 min read

Soy un simple estudiante de Economía pero, eso sí, suelo ser bastante aplicado, sobre todo en aquellas materias que son de mi interés. Hoy, por lo tanto, voy a contarles algo que lleva tiempo circulando por las redes sociales y que muchas personas se toman a la ligera, pero que tiene visos de realidad inminente, debido a las circunstancias que asolan al mundo, sobre todo al financiero. Eh aquí lo que opino y por qué opino así. El tiempo me dará o no la razón.

En los últimos años, hemos sido testigos de un fenómeno económico preocupante: el crecimiento aparente del Producto Interno Bruto (PIB) en muchas economías desarrolladas, no refleja una mejora real en la calidad de vida de sus ciudadanos. Este crecimiento está impulsado mayormente por un incremento masivo del gasto público y la deuda, lo que genera un empobrecimiento progresivo del sector privado. Pero, ¿qué significa esto realmente para nuestras finanzas personales y cómo podemos prepararnos?

La economía global enfrenta un ciclo vicioso donde los gobiernos recurren a déficits fiscales crecientes y estímulos monetarios para sostener el crecimiento. Sin embargo, esta estrategia tiene consecuencias a largo plazo. Por un lado, se genera inflación, que erosiona el poder adquisitivo de las familias; por otro lado, se incrementa la dependencia de las economías al endeudamiento. Según algunos economistas, esta dinámica no solo afecta a los países en desarrollo, sino también a economías avanzadas como Estados Unidos. La inflación funciona como un "impuesto oculto", reduciendo el valor real del dinero que ganamos y ahorramos. Incluso cuando los gobiernos aseguran que "todo va bien", los ciudadanos enfrentan mayores dificultades para cubrir necesidades básicas como vivienda o alimentación.

Un aspecto interesante a considerar, es cómo los gobiernos han logrado evitar que se declare oficialmente una recesión técnica (dos trimestres consecutivos de contracción económica). Esto se logra mediante el aumento del gasto público financiado con deuda y la creación artificial de empleo público. Sin embargo, este enfoque es insostenible y oculta lo que, por ejemplo, Lacalle denomina "recesión del sector privado", donde las empresas y familias enfrentan mayores cargas fiscales y menores ingresos reales.

Ante este panorama, es crucial adoptar medidas proactivas para protegernos como ciudadanos de a pié:

• Considerar activos refugio como el oro o criptomonedas puede ser una opción interesante frente a la depreciación monetaria. Sin embargo, es importante tener en cuenta la volatilidad inherente de estos activos.

• En tiempos de incertidumbre económica, minimizar las obligaciones financieras puede ofrecer mayor flexibilidad ante imprevistos.

• Ahorrar entre tres y seis meses de gastos esenciales puede ser vital para enfrentar periodos difíciles (En mi caso, por la edad, considero que 1 año sería lo ideal).

• Las acciones estadounidenses han demostrado ser más resistentes frente a crisis globales. Sectores como tecnología e infraestructura suelen recuperarse más rápido tras periodos recesivos.

• Comprender cómo funcionan los ciclos económicos nos permite tomar decisiones informadas sobre ahorro e inversión.

Las perspectivas económicas globales para 2025 no son alentadoras. Factores como las tensiones geopolíticas, la desaceleración en China y políticas proteccionistas en Estados Unidos podrían agravar el estancamiento económico en muchas regiones. En México, por ejemplo, se anticipa un crecimiento limitado del PIB (Ente 1% y 1.5% según el FMI) acompañado de presiones inflacionarias y riesgos fiscales derivados del alto endeudamiento público. En este contexto, es fundamental cuestionar las narrativas oficiales que prometen soluciones rápidas a problemas estructurales profundos. Como individuos, debemos asumir la responsabilidad de prepararnos financieramente para escenarios adversos. Aunque las crisis económicas son inevitables dentro del ciclo económico global, podemos mitigar sus efectos mediante planificación financiera estratégica e inversiones inteligentes. La clave está en mantenernos informados y actuar con prudencia antes de que sea demasiado tarde.

¿En qué me baso para decir lo que digo?

Bueno, siempre hemos escuchado o leído la frase “Rendimientos pasados no garantizan rendimientos futuros”, cuando investigamos sobre inversiones o analizamos las ofertas que nos hacen los bancos para que ahorremos con ellos. Pues eso mismo, podríamos aplicarlo para las predicciones catastróficas; es decir, podríamos acuñar la frase: “Catástrofes pasadas no garantizan catástrofes futuras”. Sin embargo, tanto para la primera frase como para la segunda, existen ciertos patrones que tenemos que tener en cuenta en nuestro día con día. Es decir, si bien no podemos adivinar el futuro, podemos prepararnos para lo peor o para lo mejor, en base a ciertas cuestiones del pasado reciente y/o no tan reciente; es decir, nos conviene para nuestra tranquilidad, considerar ciertos ciclos en el tiempo. Específicamente, en el mundo financiero, pocos indicadores tienen tanto peso como el rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años. Este instrumento, considerado un termómetro de la economía global, está enviando señales preocupantes que no podemos ignorar. Con un rendimiento cercano al 5%, algunos analistas advierten que estamos ante un posible preludio de una crisis económica significativa. Con este bono en especifico, el indicador nos dice que, cuánto mayor es el rendimiento que ofrece, mayor es la perspectiva de desastre.

Un bono del gobierno es esencialmente un préstamo que los inversores hacen al Estado, quien se compromete a devolverlo con intereses en un plazo determinado. El rendimiento del bono refleja estos intereses y actúa como una referencia clave para los mercados financieros. Históricamente, cuando este rendimiento supera ciertos umbrales (como el 5%), se han producido crisis económicas importantes. Ejemplos:

• 1987: El "lunes negro", con una caída del 22% en Wall Street.

• 2007: Inicio de la Gran Recesión tras alcanzar rendimientos superiores al 5%.

• 2023: Un salto al 5% generó un shock bursátil global.

El incremento en los rendimientos puede ser debido a varias causas a considerar:

• La emisión masiva de deuda por parte del gobierno estadounidense ha aumentado la oferta de bonos, presionando sus precios a la baja y elevando sus rendimientos.

• Propuestas como aranceles y restricciones migratorias generan expectativas de mayor inflación.

• El fortalecimiento del dólar afecta negativamente a economías emergentes y países con deuda denominada en dólares.

El efecto de este fenómeno va más allá de Estados Unidos y, por supuesto, nos afectará en México:

• Los bancos tienden a endurecer sus condiciones para otorgar préstamos.

• Los inversores prefieren bonos seguros frente a activos más riesgosos.

• Las empresas reducen costos ante la incertidumbre económica.

• La salida de capital hacia activos estadounidenses afecta la estabilidad financiera en los mercados emergentes, como el mexicano.

Ante este panorama incierto, es fundamental tomar medidas para proteger nuestras finanzas:

• Diversificación: Invertir en una variedad de activos reduce la exposición al riesgo.

• Cobertura cambiaria: Empresas e individuos con exposición internacional deben protegerse contra fluctuaciones monetarias.

• Inversión en calidad: Priorizar empresas con balances sólidos y flujos estables.

• Planificación contingente: Estar preparados para escenarios adversos como restricción crediticia o volatilidad económica.

La Reserva Federal de Estados Unidos enfrenta un dilema complicado: controlar la inflación sin frenar demasiado el crecimiento económico. Sin embargo, sus decisiones sobre tasas de interés tendrán repercusiones globales, afectando tanto a economías desarrolladas como emergentes. En conclusión, el rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años no es solo un número; es un indicador crucial que refleja tensiones subyacentes en la economía global. Aunque las crisis no son inevitables, estar informados y preparados puede marcar la diferencia entre navegar con éxito estas aguas turbulentas o quedar atrapados en ellas.

No me hagan mucho caso. Como dije al principio, solamente soy un simple estudiante de Economía y quizá, “tengo que hacerle a la mamada”, como se suele decir en México, para darme cierta importancia (aunque créanme que no busco eso). En cualquier caso, no soy el único que piensa así. Todo el mundo puede hacer sus predicciones tomando en cuenta la ingente cantidad de datos disponibles. Por mi parte, la pretensión de este post, es ofrecer un sencillo análisis sobre lo que yo creo. Como se sabe, en filosofía, diferenciamos entre “creer”, “saber” y “conocer”, así que, perdonen mi redundancia al decirles de nuevo que no me hagan demasiado caso.