La solución a los aranceles de Trump

Una historia de pulgas y garrapatas

Oscar M. Seoane

2/7/20253 min read

Reducir impuestos a las empresas siempre es un tema que genera debate, pero ¿qué pasaría si hablamos de hacerlo de manera estratégica? Imaginemos esto: un país decide bajar un 25% los impuestos a aquellas empresas que están sufriendo un arancel del 25% en sus exportaciones. Suena interesante, ¿no? Si estas empresas están siendo golpeadas por costos adicionales al vender sus productos fuera, reducirles la carga fiscal podría ser justo lo que necesitan para mantenerse competitivas. Ahora, si a esto le sumamos un plan para recortar dependencias del Estado y eliminar personal innecesario, tenemos una combinación interesante con implicaciones importantes. Ya me imagino lo que estarán pensando, porque la idea, conociendo el parasitismo de los Estados, se acerca más a la ciencia ficción. Pero sigamos…

Por un lado, esta reducción de impuestos podría ser un salvavidas para las empresas exportadoras. Al pagar menos al gobierno, podrían usar esos recursos para compensar el impacto del arancel, invertir en mejorar su producción o incluso bajar precios para ser más competitivas en el mercado internacional. Esto no solo les beneficia a ellas, sino que también podría traducirse en más exportaciones y, con suerte, en un impulso para la economía del país. Claro, hay que tener en cuenta que esto no se hace con magia: si las empresas no logran aprovechar esta ventaja fiscal para crecer o exportar más, el impacto positivo sería limitado. Ahora bien, aquí viene la parte delicada: menos impuestos significa menos ingresos fiscales, al menos a corto plazo. Esto podría preocupar a quienes ven en los impuestos una fuente esencial para financiar servicios públicos. Pero aquí es donde entra el segundo componente de la estrategia: reducir/eliminar dependencias estatales inútiles y recortar personal innecesario. Si el gobierno logra hacer esto de forma eficiente, los ahorros generados podrían compensar la caída en la recaudación fiscal. Además, una administración pública más pequeña y enfocada podría ser más eficiente y menos propensa a la corrupción. Sin embargo, no todo es color de rosa. Despedir empleados públicos o cerrar departamentos puede generar tensiones sociales y afectar a muchas familias que dependen de esos trabajos. Vamos, que las pulgas y garrapatas correrían desesperadas por todo el perro (temporalmente).

Otro punto interesante es analizar cómo estas medidas podrían impactar el empleo y la economía en general. Si las empresas exportadoras aprovechan la reducción fiscal para crecer, podrían generar nuevos empleos y dinamizar otros sectores relacionados. Pero hay que tener cuidado: si estas empresas redirigen demasiados recursos hacia el mercado externo, podría haber menos oferta para el consumo interno, lo que podría presionar los precios al alza. Es un equilibrio delicado. Nótese que utilizo indiscriminadamente la palabra “podría”.

Por último, está el tema social. Aunque estas medidas buscan fomentar el crecimiento económico liderado por el sector privado, existe el riesgo de aumentar la desigualdad si no se implementan políticas complementarias que aseguren que los beneficios lleguen a todos. Por ejemplo, los ahorros generados por el recorte estatal podrían invertirse en infraestructura o programas sociales que beneficien a las comunidades más vulnerables. Es decir, no nos estaríamos enfocando solamente en “compensar” de forma unívoca el 25% del que hablo al inicio del post.

Considero que esta estrategia tiene mucho potencial si se implementa bien. Podría ayudar a las empresas a competir mejor en mercados internacionales y aliviar la carga fiscal sin descuidar las finanzas públicas. Pero también tiene riesgos importantes que no pueden ignorarse: desde tensiones sociales hasta posibles efectos negativos en la desigualdad. Como siempre en economía, no hay soluciones perfectas ni resultados garantizados; todo depende de cómo se lleven a cabo las cosas y de qué tan bien se gestionen los impactos secundarios. No obstante, al "poder" no le gusta minimizar su área de influencia, así que, consideremos este artículo como un “sueño guajiro”. Me divertí escribiéndolo e imaginándolo. Espero que ustedes también lo hayan disfrutado.