Los ecos del pasado y los susurros de la calaca

La tentación de la tinta eterna (Memento mori)

Oscar M. Seoane

6/30/20252 min read

El sábado pasado me felicitaron por mi cumpleaños. Me quedé sorprendido, respondiendo que soy de enero, pero quienes lo hicieron, se encargaron de recordarme un evento grave, sufrido hace justo dos años. No había pensado en eso. En el momento de la felicitación, para ser sincero, no se me pasaba por la cabeza el asunto en cuestión. Una vez que me explicaron el “por qué”, todo vino de nuevo a mi memoria. Así, de golpe. Sonreí y agradecí las felicitaciones. Dos años han pasado. El tiempo vuela.

Ayer, que fue domingo y me pasé todo el día descansando, alquilé en youtube la película “Nosferatu” la cual, lejos de producirme “terror” o sensación de “miedo”, me hizo reflexionar sobre las sensaciones que solemos experimentar a lo largo de nuestra vida. Al final, como bien sabemos, llega la muerte. En ese sentido y como recordatorio, estuve pensando si tatuarme o no una imagen que me recuerde constantemente que la muerte acecha a la vuelta de la esquina; que me haga recordar a diario la famosa frase “Memento mori” y que me ayude a encarar lo que me quede de aliento, de la mejor forma posible.

A muchos lectores de este blog, puede que la cosa les parezca innecesaria y deliberadamente exagerada o ridícula, pero como dicen los budistas: “Es necesario meditar en la muerte”. Tarde o temprano llega la calaca y lo que hemos conocido, se apaga. De este modo, casi podríamos hablar de certeza al afirmar que, con el devenir, estamos condenados al ostracismo. Nuestro paso por este mundo solamente vivirá como el recuerdo de alguien más, hasta que, finalmente, todo se oscurezca por completo y ni siquiera seamos esa imagen en la memoria de alguien más. Quien no te ha conocido, no te puede recordar. Solamente la historia hablará de ti, si eres merecedor de tal privilegio. Así es esto de deambular por el mundo. Por lo tanto, que le den el por el culo al entorno de opinólogos que “creen” que lo mejor para ti, es lo que ellos consideran, piensan y profesan. Así de radical y así de simple. Lo anterior aplica también para quienes hablan bien o mal de uno, pues, de cualquier modo, el hecho no deja de constituir una intromisión en el derecho de la persona a la indiferencia. Intuyo que muchos lectores no opinarán lo mismo, pero sus opiniones no cuentan en este caso.

Bueno, pues este pequeño post de hoy me ha servido como capítulo en el diario personal. Un diario digital que no respeta las transcripciones cada veinticuatro horas, pero que fue creado para plasmar mi ignorancia y falta de ganas en el devenir de la vida. Los delirios, mi estupidez y alguna otra cosa más, quedan aquí plasmadas para que usted, amable lector, juzgue aquello que no le importa. Interesante, ¿verdad?..