Los objetivos de la imposición

Una fugaz reflexión

Oscar M. Seoane

9/16/20241 min read

Al hilo de otras entradas en este blog; es decir, en relación con las mismas, encontré en la red unas frases acuñadas a Julio Valdeón, las cuales, me sugieren una especie de «Lema del postmodernismo», precisamente por el actuar del personal en los tiempos actuales:

1) Si criticas mis ideas, me hieres.
2) Si cuestionas mis paradigmas, me ofendes.
3) Si tocas mis creencias, insultas a todo un pueblo.

¿A qué nos lleva lo anterior, a mi modo de entender?

Al día a día que nos depara el canto del gallo, pues la pendejez no tiene depredadores. Los pendejos no encuentran obstáculos para el ejercicio de su necedad. Así, la persona deja de ser persona cuando se convierte en un objeto sensible, en un sujeto cien por cien emocional, en un pedazo de carne ideológica. Y cuando no tiene nada que ofrecer, entonces uno de los posibles caminos a seguir, es el del conflicto. El conflicto que les permite «destacar» y crear admiración entre las reses que lo rodean. Es decir, existen individuos que necesitan de un enemigo que esté ahí durante toda su vida. Lo necesitan porque la vida los ha orillado a ello (cuestionable), o porque ha sido educado así. De ese modo, la persona siente la necesidad de construir algo, inventarse un enemigo cuyo papel es «joderle» la existencia. Un enemigo a quién combatir en una guerra imaginaria, de la cuál tiene que salir airosa y ser reconocida (la persona) en dicho ámbito. Como ya he dicho en otro post, una vida «normal» es una vida sin grandes problemas, así que, hay que inventarse los problemas para destacar en algo. Sí, querido lector, la gran mayoría de nuestros problemas, son inventados.

No necesita usted estar de acuerdo con lo anterior. No pretendo eso y, además, me da igual lo que usted crea o piense. No caiga en lo ya manifestado, pero si decide caer, sepa que el problema es suyo. Al final, resulta que va a tener razón el gran Susiño Maestro, por mucho que les pese a algunos.