Narcisistas y psicópatas
Historias de redes sociales
Oscar M. Seoane
12/3/20244 min read


Me llama la atención que, últimamente, haya tanto experto psicólogo en las redes sociales. Se está poniendo de moda ofrecerle al mundo diagnósticos basados en frases hechas, imágenes y/o memes, sobre el narcisismo y la psicopatía de las personas. Diagnósticos o como se les quiera llamar. En mi red de Facebook, que no está constituida ni siquiera por un centenar de personas, he visto cuanto menos, a cuatro contactos “replicar” este tipo de situaciones. Personas que ni son psicólogos, ni psiquiatras, ni filósofos (por aquello de la filosofía de la mente), ni nada que se les asemeje. Son personas comunes y corrientes que, basadas en alguna situación personal (no puede ser de otra manera) comparten y discuten, en ocasiones, las supuestas enfermedades mentales de terceros. Al parecer, hoy en día, si alguien discrepa y actúa en un momento puntual, de cierta manera, ya tiene un elevado porcentaje de narcisismo en el bolsillo. Los libros de autoayuda, parece que también juegan un papel importante en este tipo de cuestiones, como no podía ser de otra manera.
Si bien es cierto que nos movemos en una sociedad cambiante, que camina hacia el individualismo desmedido, donde lo que importa son los objetivos y las metas personales, las situaciones puntuales no llevan de forma irremediable ni hacia la psicopatía, ni hacia los narcisos descontrolados, por mucho que les pese a mis contactos “redsocialeros”. Existe otra colección importante de características, ademas de un comportamiento especifico y puntual (apliquen el plural si gustan), que determinan si una persona padece o no, alguna enfermedad mental de este tipo. Con facilidad olvidamos que existen los errores y el arrepentimiento con base en dichos errores, por citar un ejemplo. También hay otros factores mentales que caracterizan a cada persona, los cuales pueden o no, sustentarse con argumentaciones válidas o inválidas. Es decir, un diagnostico de este tipo, va más allá de las creencias particulares. Si en una acción hay un sentimiento, por ejemplo, la conclusión debería de buscar un camino alternativo. El problema es la apertura de la persona a diagnosticar, pero eso ya es otra historia, la cuál le corresponde a un profesional y no a cualquier individuo pensante que, en base a sus ideales, sutilmente afirma y manifiesta. De hecho, creo que en la mayoría de los casos, ni siquiera estas personas que se atreven a juzgar a los demás, son plenamente conscientes de lo que hacen. Quizá exista en ellos una necesidad imperiosa de importancia, de destacar en el entorno, de manifestar la rectitud que han tenido en la vida y lo mal que esta vida se ha portado con ellos. Curiosamente, de los cuatro contactos que hacen esto, todas son mujeres. Desconozco si esto tenga algo que ver o no.
La vida es un camino con aciertos y equivocaciones, con cosas buenas y malas. Esto que parece elemental, lo olvidamos a la primera de cambio, quizá porque las cosas no salen como queremos y entonces, nos jode que se planteen ciertas situaciones. Por supuesto, ni que decir tiene que al psicópata narcisista que está en el punto de mira, nadie le pregunta (alguno de los diagnosticados sin nombre ni apellidos, son amigos o conocidos por intuición referencial).
Para mí, este tipo de actitudes es reprobable. Por supuesto, yo no soy nadie para decirle a otras personas qué hacer y qué no, pero creo que las redes sociales no son el lugar adecuado para diagnosticar a nadie. Suena más como “enojo” acompañado de una justificación que busca el partidismo. Un enfado ante una situación experimentada, a la que se acompaña de un claro “yo tengo la razón” y tal o cuál es un perfecto hijo de puta. Es decir, lo mismo que ha pasado siempre en la vida, solo que ahora trasladado al internet y dando pena ajena, mucho más rápido de lo que sucedía antes, con los medios tradicionales. Quizá estemos en un mundo donde, en vez de solucionar los propios problemas, se nos hace más sencillo airearlos sin caer en la cuenta de que, nosotros mismos nos ponemos en evidencia. Además, nos olvidamos de que no todo el mundo es tan gilipollas como creemos.
Estas personas (los diagnosticadores), se olvidan, por ejemplo, que en tiempos pretéritos existieron los Cirenaicos (véase Aristipo de Cirene), como representantes del Hedonismo. Dejan de lado cuestiones demasiado obvias como por ejemplo que, debido a la propia naturaleza de cada persona, ésta se puede inclinar más por una filosofía de vida que por otra; a veces, incluso de forma inconsciente. Por ejemplo, dos de estas personas que juegan a ser psicólogos en redes sociales, nos suelen ilustrar de vez en cuando con frases atribuidas a Epicuro, otro conocido hedonista. Si yo les preguntara a las susodichas quién es o fue Epicuro, alguna de ellas, sin temor a equivocarme, me soltaría en la jeta que Epicuro fue un astrónomo medieval muy inteligente. No miento, las conozco. Así que, este fluir de intelectualidad social, tiene más de pena que de gloria. Lo mismo sucede con el nihilismo. Hay personas con una natural inclinación hacia esta forma de pensamiento. Muchos de ellos ni siquiera han escuchado hablar de Nietzsche en la vida, pero caminan por el mundo con la negación absoluta bajo el brazo. No hay bien, mal, belleza o verdad. Y así podríamos seguir documentando el asunto, aunque lo sencillo, en estos tiempos, es acusar directa o indirectamente a los demás de narcisistas y psicópatas. No se enfaden, queridas amigas, si alguno en el futuro, las diagnostica a ustedes como gilipollas. Al fin que todas las personas, al igual que hacen ustedes, pueden cuestionar, acusar y dirimir su propia caca en cualquier lado. Sin embargo, gracias a la Providencia, o al sentido común, aún hay niveles.